Un frío que cala hasta los huesos,
un vació interno que absorbe sentimientos.
En una noche helada, la piel se corta,
se desvanecen las esperanzas,
poco a poco cada fibra se endurece
poco a poco se pierde la movilidad...
y cae la nieve, cubriéndolo todo...
Y cae como muerte,
cae firme y decidida,
cubre todo... y sale el sol.
La blancura de la nieve deslumbra...
Y ese frío se vuelve acogedor,
ese frío conserva intacto,
ese frío detiene el tiempo
en el momento exacto en que lo quieres vivir...
...Nieve....
...Tinta...
Despiertas del sueño,
recuperas el recuerdo
y te dedicas a escribirlo.
Palabras negras que imitan,
imitan sentimientos,
imitan imágenes,
imitan tu ser.
Escribes lo que recuerdas,
describes la nieve,
describes el rostro helado
congelado en el tiempo,
persistente e imperecedero...
Vuelves permanente algo,
errores, aciertos, vivencias.
Se escriben y no se borran,
se corren, se manchan, se traspasan
pero permanecen...
...Tinta...
...Zafiro...
De lo permanente y congelado
de lo blanco y de lo negro
observas detenidamente
y entre los retazos un brillo destaca
un brillo azul profundo, una esperanza.
Una historia que se cuenta, que se guarda,
que alimenta la vida, que aviva la esperanza,
guarda un secreto en su azul profundo
revive sentimientos, cura heridas, cubre llantos.
Un brillo que adorna,
un color que resalta sobre lo negro y blanco
sobre lo bueno y lo malo,
algo neutro, algo propio, algo secreto...
Esperanza y libertad en la imperfección...
...Zafiro...
Y un rostro te cubre
mientras yaces acostada,
un rostro todo nieve, tinta y zafiro,
un rosto eterno, cambiante, no perecedero....
Contrario como Luna y Sol, noche y día.
El Todo y La Nada....
Amor y Esperanza.
Rostro de amor con ojos de esperanza.... Nieve, tinta y zafiro.
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